Más que estereotipos dualistas
El cerebro interactúa constantemente con el mundo mediante los sentidos para abstraer y trazar unos rasgos significativos. Lo que nosotros vemos son sólo esos rasgos. El mundo es tan increíblemente complejo que nuestra mente utiliza muchísimas técnicas para simplificarlo, tanto inconsientes como conscientes. Pero una vez que hemos establecido unas pautas dentro de una situación compleja, hemos de buscar los matices.
Una técnica que utilizamos hoy en día para simplificar es la digitalización de los datos. Se llega hasta el extremo de que si un dato no es digitalizable es ignorado. Sin embargo los datos analógicos contienen mucha más información que los digitales.
La ciencia usa las matemáticas como un filtro para simplificar y volver abstracta la naturaleza. Pero esto implica que la ciencia se limite a lo que es cuantificable y susceptible de medición. Quizás esto sea una simplificación y fragmentación excesiva. Si todo el mundo científico se dedicara a estudiar un único organismo completo, por ejemplo un determinado protozoo, pronto nos daríamos cuenta de que nunca llegaremos a saber lo suficiente acerca de él para comprenderlo. Puede que parezca una cosa simple al imaginárselo aislado, como un elemento más, pero se vuelve interminablemente complejo al darnos cuenta de que está conectado con todo lo demás. Habría que obtener un conocimiento profundo acerca de toda la historia de la evolución y la dimámica total de su entorno.
Estamos acostumbrados a simplificarlo y estereotiparlo todo. En esos estereotipos se pierden la sutileza y la individualidad. Nuestro entorno aparentemente inundado por la información está lleno de simplificaciones. Nuestro entorno televisivo y publicitario segmenta la complejidad de la vida en pequeñas unidades de imágenes y sonidos que evocan emociones simplificadas y estereotipadas, que nos hacen sentirnos más cómodos.
Por otro lado, si nos dejamos dominar mucho por los detalles seríamos incapaces de extraer el significado de cualquier situación. Deberíamos preguntarnos si la aparente complejidad o simplicidad es inherente a un tema concreto o es algo que nosotros estamos proyectando en la situación.
Dualismo
Una de nuestras
permanentes fuentes de confusión (* ver nota) procede de nuestra
insistencia en parcelar el mundo en dualidades. Esperamos que las
cosas sean o simples o complejas, subjetivas u objetivas, mi
punto de vista frente al suyo, etc. ¿No es posible que cada
uno de estos polos contenga al otro? ¿Por qué tanta gente
que fanáticamente buscaba el bien ha acabado haciendo el mal?
Nota: confusión no
es sinónimo de complejidad. Confusión es la alarma que nos
informa de que estamos dejando de ver la simplicidad esencial
dentro de lo complejo o que estamos despreciando demasiado los
matices dentro de lo simple.
El problema es que nuestra obsesión por las dualidades no nos deja ver lo que está ocurriendo. Por ejemplo, ¿es el mal y lo injusto de la sociedad el resultado de "individuos malvados" y de sus conspiraciones, como sugiere el dualismo? ¿O esas desgracias se derivan algunas veces de las actividades de la gente común que acepta los estereotipos, los eslóganes y otras simplicidades de la sociedad, mientras que, al mismo tiempo, se quejan de que todo es "demasiado complicado"?
Queremos huir de las tensiones que generan la ambigüedad y la incertidumbre, pero cuanta más energía cargamos en un polo de la dualidad, más atrae la carga de su contrario. Por eso tenemos algunas "técnicas" para escapar del dualismo: la ironía, las metáforas, el humor, la paradoja...
(ver complejidad y simplicidad y Totalidad VS Análisis)
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